TRAS BANDERAS: INTEGRIDAD ELECTORAL
SERGIO J. GONZÁLEZ MUÑOZ
“Definimos una elección con integridad como aquella que esté basada en los principios democráticos de sufragio universal y equidad política como lo disponen los estándares e instrumentos internacionales y que es profesional, imparcial y transparente en su preparación y administración a lo largo de todo el ciclo electoral.”
Así empieza el resumen ejecutivo del documento PROFUNDIZANDO LA DEMOCRACIA: UNA ESTRATEGIA PARA MEJORAR LA INTEGRIDAD DE LAS ELECCIONES EN EL MUNDO, presentado el 14 de septiembre del año pasado en Londres, como producto de los trabajos de la Comisión Global sobre Elecciones y Seguridad, que es un esfuerzo conjunto de la Fundación Kofi Annan y el Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral (mejor conocida simplemente como IDEA).
La Comisión Global es presidida por el propio Kofi Annan, otrora Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas y se conforma con académicos y ex funcionarios del más diverso origen. Menciono sólo algunos por ser destacados: Ernesto Zedillo Ponce de León, expresidente de nuestro país y Vicepresidente de la Comisión Global, así como Madeleine Albright, exsecretaria de Estado del gobierno norteamericano; Javier Solana, exsecretario general del Consejo de la Unión Europea y Vidar Helgesen, Secretario General de IDEA.
El documento no tiene desperdicio. Muy al contrario, es un texto que hay que leer con detenimiento. Le doy unos ejemplos: dice el reporte que para conducir elecciones con integridad hay que gestionar cinco grandes retos.
1.- Construir un efectivo estado de derecho para sustanciar quejas por violaciones de derechos humanos y para la justicia electoral. 2- Construir organismos de administración electoral profesionales, competentes con total independencia de acción para administrar comicios transparentes que conciten confianza social o pública. 3.- Crear instituciones y normas de competencia multipartidista y de división de poderes que promuevan la democracia como un sistema de seguridad mutua entre los contendientes políticos. 4.- Remover barreras legales, administrativas, políticas, económicas y sociales a la participación política universal y equitativa. 5.- Regular el dinero en política que hoy no tiene controles, no se reporta y es opaco.
Para mayor claridad de la naturaleza de las elecciones con integridad, recurre al contraste al señalar que en cambio, las elecciones sin ella generan que políticos y funcionarios e inclusive las instituciones no rindan cuentas al electorado, al que se le niega la oportunidad igualitaria de participar e influir en el proceso político, con lo que la confianza pública en esos comicios será débil y los gobiernos carecerán de legitimidad. En estos casos las instituciones democráticas serán cascarones vacíos, desprovistos de la ética y el espíritu democrático.
Annan y compañía afirman que adicionalmente a promover valores democráticos y derechos humanos, las elecciones con integridad generan otros beneficios tangibles para la ciudadanía y que evidencia de todo el mundo sugiere que las elecciones con integridad importan para empoderar a las mujeres, luchar contra la corrupción, acercarle bienes y servicios necesarios a los pobres, mejorar la gobernabilidad e inclusive terminar guerras civiles, aunque se hace cargo de que las elecciones con integridad no pueden por si mismas desarrollar economías, crear gobernabilidad o hacer la paz pero investigaciones recientes las señalan como importantes catalizadores del logro del potencial transformador de la democracia.
Finalmente, recomiendan que para contar con elecciones con integridad, los Estados modernos deben: 1. Edificar el imperio de la ley para asegurar que los ciudadanos (incluyendo los competidores políticos y la oposición) tengan recursos jurídicos para ejercer a plenitud sus derechos electorales. 2. Crear organismos electorales profesionales y competentes con cabal autonomía, que incluya acceso oportuno a los recursos económicos necesarios para llevar a cabo los comicios y que cuenten con obligación legal de organizar elecciones transparentes que convoquen la confianza social. 3. Desarrollar instituciones, procesos y redes que disuadan la violencia electoral y que si esos instrumentos no logran la disuasión, se sujete a proceso a los perpetradores.
4. Diseñar y reformas sistemas electorales y caminar hacia políticas públicas que atemperen la política de “el ganador se lleva todo”. 5. Combatir las barreras a la participación de mujeres, jóvenes, minorías, discapacitados y otros grupos tradicionalmente marginados y además desplegar acciones afirmativas para promover el liderazgo y amplia participación de mujeres, a través del uso juicioso de las cuotas de género. 6. Controlar el dinero de campaña por medio de la regulación de donaciones, gasto, financiamiento público, así como de sanciones y penalidades para los incumplidos.
Quizá lo más importante del documento se pueda resumir en esta frase de Annan, que es una muy útil y oportuna reflexión de sociología política y por ello, supra electoral, que nos debe inquietar a todos pero fundamentalmente poner a trabajar a las autoridades en ello: “Cuando los votantes creen que las elecciones han sido libres y justas, pueden ser un poderoso catalizador de mejor gobernabilidad, seguridad dilatada y más viable desarrollo humano, pero ante la ausencia de comicios creíbles, los ciudadanos no tienen recurso para accionar el cambio político pacífico. En consecuencia, el riesgo de conflicto aumenta mientras que la corrupción, la intimidación y el fraude avanzan inexorables, pudriendo lentamente, desde adentro, el sistema político entero.”
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