La disminución de las tasas de fecundidad y la mayor esperanza de vida están alterando el panorama demográfico de los países en todo el mundo, cuestionando no solo nuestras ideas sobre la manera de financiar la asistencia a las personas mayores, sino también nuestras actitudes ante el envejecimiento. En cierto modo estamos siendovíctimas de nuestro propio éxito, ya que la prevalencia del uso de métodos anticonceptivos ha aumentado desde el 15% de 1970 hasta alrededor del 80% hoy día, mientras que la esperanza de vida ha aumentado desde 56.2 y 51.9 años en la mujer y el hombre, respectivamente a mediados de 1960 hasta 75.7 y 69.9 años en la actualidad.Un reciente informe presentado al Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, señala que la población mayor de 60 años es el segmento demográfico que más rápidamente está creciendo, haciendo especial hincapié sobre el derecho de toda persona al más alto nivel posible de salud física y mental, advierte de que en el año 2050 una de cada cinco personas pertenecerá a ese segmento de la población, y de que a finales de esta década el grupo de mayores de 60 años totalizará alrededor de mil millones de personas.Con todo esto ¿qué pueden hacer los Gobiernos para evitar un deterioro catastrófico del cuidado de los ancianos y el sistema sanitario en las próximas décadas?En primer lugar tenemos que replantearnos radicalmente nuestra actitud ante las personas mayores, sobre todo la idea de que los ancianos constituyen una «carga social»; realizando un cambio de rumbo que asegure la continuidad de la contribución de las personas mayores a la sociedad, como parte del «envejecimiento activo» que propone la OMS, ya que este no se refiere solo a la actividad física y la salud, sino que abarca la continuidad de la participación de las personas en los ámbitos social, económico, cultural y cívico.El envejecimiento plantea algunos retos importantes a nivel mundial, sobre todo en relación con la forma de vivir nuestros últimos años de vida. Obligándonos a reinventar nuestra manera de entender el envejecimiento. Queremos prolongar la vida en su tramo medio, no solo al final. Y eso significa mantener a las personas sanas durante el mayor tiempo posible, y darles la oportunidad de hacer las cosas que deseen hacer y que la sociedad necesita.Poner la mirada en países que ya han transitado por la vía del envejecimiento acelerado es realizar el ejercicio de mirar el futuro de nuestro país en el tiempo presente, para aprender de las buenas prácticas y los éxitos. En España, al igual que en nuestro país, la atención a las personas mayores es asumida sobre todo por sus familias y la labor del cuidado recae, fundamentalmente, en las mujeres, quienes representan el 80% de los cuidadores familiares.Es esperable que el proceso de envejecimiento y la transición epidemiológica tengan un importante impacto en el gasto en salud, principalmente en el sistema público, donde se concentra cerca del 80% de los adultos mayores.Avanzar hacia la prestación de servicios y cuidados de calidad para los mayores, tanto en el mantenimiento de la funcionalidad y en la rehabilitación a largo plazo, requiere una mirada global, capaz de integrar todos los elementos sociales y sanitarios. “Cuando me dicen que soy demasiado viejo para hacer una cosa, procuro hacerla enseguida”. Dr. Omar Rangel.Twitter: @rangelselvera “Algo más que medicina”.

              





