En medicina estamos acostumbrados a realizar todo en el momento, haciendo énfasis en la frase “cuanto más rápido, mejor”. Pero, en verdad ¿El actuar más rápido soluciona mejor los problemas de salud?
Vivir sin prisas no tiene nada que ver con vivir al margen e ignorando los problemas, sino con realizar cada actuación médica a la velocidad adecuada, ya sea rápida, lenta, o al ritmo que proporcione los mejores resultados. Estamos inmersos en una medicina que prioriza lo urgente frente a lo importante y en la que hay que recuperar virtudes tradicionales como la paciencia, la humildad y la solidaridad entre compañeros.
Aunque parezca que todo va más rápido, en cuanto a tecnología diagnóstica e industria farmacéutica se refiere, es necesario que lo tradicional siga marcando la pauta en la práctica médica diaria, ya que con el paso de los años se han ido creando bases sólidas e inquebrantables.
El crecimiento a ritmo acelerado característico de la sociedad actual, nos lleva a meditar sobre la necesidad de priorizar un uso consciente del tiempo, disfrutando de cada actividad con la pausa precisa para ello, en lugar de vivir atropelladamente. Este constante gestionar el tiempo con rapidez induce a demostrar capacidades especiales para la toma de decisiones, lo que nos lleva a tomar el camino más corto y más rápido en ese momento, incrementando las posibilidades de adoptar decisiones urgentes y equivocadas.
Los dos elementos considerados más importantes en la toma de decisiones a conciencia son la intuición y la experiencia. La “intuición” se define como la facultad para comprender las cosas a primera vista, o darse cuenta de ellas cuando aún no son evidentes para todos. Por lo tanto la “experiencia” es la acumulación de conocimientos que una persona logra en el transcurso del tiempo.
Como vemos la intuición y la experiencia son dos elementos valiosos en medicina, pero no se puede confiar única y exclusivamente en ellas para los procesos concienciados de toma de decisiones. Nada sustituye a un minucioso examen de la situación a la que nos enfrentamos. Sólo un análisis detenido y completo nos dotará de los conocimientos actualizados que necesitamos para estimular la intuición y para corregir la experiencia en función de las nuevas situaciones.
Las posibilidades de adoptar decisiones más acertadas en medicina se potencian si aplicamos la fórmula: intuición + experiencia + conocimientos actualizados + tiempo. Descuidar cualquiera de estos cuatro elementos puede conducir directamente al error.
La próxima vez que te pidan o necesites tomar una decisión, piénsalo dos veces, reflexiona, y tómate tu tiempo, “la prisa es mala consejera”. El problema que esta actitud plantea es que en demasiadas ocasiones, ese supuesto ahorro de tiempo que se logra al tomar una decisión inmediata y precipitada, se convierte, antes o después, en un desperdicio enorme de tiempo, esfuerzos y dinero, que deben ser invertidos en la corrección de los errores cometidos, multiplicando así el coste de las decisiones tomadas.
“El hombre que va lento y nunca pierde la vista del final, avanza más y va más rápido que aquel que se cansa de caminar deprisa”
«La sabiduría consiste en saber cuál es el siguiente paso y la virtud en llevarlo a cabo en la velocidad y momento adecuado.»
Dr. Omar Rangel.
Twitter: @rangelselvera “Algo más que medicina”.

              





