Por : Georgina Morales
Escribo lo casual y lo que sucede día a día.  No es nada personal, es introspección.
No intento reflejarme, ni proyectarme. Aquí no se trata de exponer ni de describir personas o lo que me pasa. Todo es causal. Y habrá quién critique mi redacción.
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Una pieza de cerámica que tiene un valor significativo para ti, que representa un momento o te recuerda algo…..
Los seres vivos no somos tan diferentes a los no vivientes. Cada situación es perfectamente adaptable y comparable.
Tus vivencias y experiencias son determinantes. La taza de cerámica, o el vaso viejo de tu abuela que significa tanto para ti, de pronto se rompe. Pudo haber sido un accidente, o no, o simplemente ya estaba vieja. Su ciclo llegó a su fin.
Resientes esa ruptura. ¡De verdad era algo importante para ti!
Cuando algo se rompe, no es tan fácil reconstruir las piezas. O sí, sólo que no vuelve a tener la misma forma. Es difícil volver a poner todo en su lugar.
Quieres que todo sea como antes… no se puede.
A veces, te rompes, o rompes algo y sientes la necesidad de pegar las piezas de nuevo en su lugar, a donde se supone pertenecen. ¿Qué haces? ¿Lo reemplazas?
No puedes. Y es entonces cuando lo sabes. Los accidentes pasan, las cosas se rompen, o “se te caen” y cuando eso sucede, no hay nada que hacer. Las reconstrucciones no quedan bien.  Lo tienes que tirar. Cuando algo deja de servir, o se quiebra lo debes desechar, no te deja nada bueno conservarlo.
No es tu culpa, así es esto. Déjalo ir.
Los buenos recuerdos se quedan, permanecen. Con eso es suficiente, no hay más. Para tu tranquilidad de conciencia es importante aceptar lo que venga. No es conformismo, es salud mental.
Mientras más consciente estés de tu entorno y dónde estás plantado, más sencillo será sobrellevar lo que sea.
Y que vengan las nuevas enseñanzas. Si se rompe, no te lamentes por ese hecho, recuerda lo bueno que te dejó, eso nadie te lo quita. Nada es para siempre.
Las tazas de cerámica siempre existirán.
G
@Georginna_M
gina.m88@gmail.com

              





