Con el fuego encima, las decisiones deben ser inmediatas y sin margen para el error. Primero para ponerse a salvo, para sobrevivir, después para estar en condiciones de cumplir el trabajo. Así fue en 2011, recordó Hernán Gutiérrez Alemán, combatiente de los incendios forestales más devastadores en la historia de Coahuila.
Fueron meses agotadores. Los incendios no cesaban y aparecieron a lo largo de la columna vertebral del estado, desde la zona sureste hasta la norte, en la frontera con Texas.
«Fue una experiencia muy difícil porque hubo mucho incendio», dijo, «empezaron el 16 de marzo, anduvimos en el predio El Bonito, de Acuña, hasta el último de marzo, de ahí veníamos a Saltillo a combatir un incendio que estaba en el ejido El Nuncio, pero nos mandaron a Ocampo, donde estaba otro incendio muy fuerte, que estuvo bastante difícil, ahí nos tardamos como 20 días.
«De ahí nos cambiaron al Carrizalejo, otro incendio que venía de los valles de La Escondida, en Ocampo. Fue mucho muy difícil, fue un año muy duro, uno tras otro, no acabábamos de controlar uno, cuando había dos o tres mas. De uno nos cambiaban a otro. Lo bueno que no hubo pérdidas humanas, gracias a Dios todo salió bien».
Hernán forma parte del equipo de brigadistas de la Comisión Nacional Forestal (Conafor) en Coahuila. Tiene a su cargo una brigada de entre 10 y 12 combatientes y con el fuego enfrente además de coordinar la estrategia para combatirlo, debe procurar la seguridad y sobreviviencia de sus compañeros.
«Aquellos meses terminamos agotados, no había relevos, hasta que empezó a llegar personal de otros estados, nos echaron la mano y pudimos abarcar más terreno. Supuestamente salíamos a descansar, pero en realidad nos mandaban a otro frente. Del norte nos venimos a Arteaga, a combatir un incendio que estaba muy fuerte en La Viga, cerca de Los Lirios», contó.
-¿Qué pensaba en los momentos más complicados?
«Piensa uno muchas cosas, más que nada en el personal, se preocupa uno porque vaya a haber pérdidas humanas por lo difícil que estaba, pero gracias a Dios todos salimos bien, con lastimaduras, pero leves, no cosas graves. Combatíamos nada más de día, hasta las ocho de la noche, porque ya después no se podía. Lo hacíamos con herramienta de corte, excavación, es decir, machete, motosierra, talache, maclado».
El bombero forestal es originario de Potrero de Abrego, en Arteaga. Llegó a la Conafor hace 15 años, cuando buscaba un empleo, pero no sabía que al tiempo el oficio lo conquistaría.
-¿Cómo llegó a ser brigadista?
«Me invitaron a participar, me gustó y aquí me quedé».
-¿Le gusta su trabajo?
«Gracias a Dios que sí».
Hernán Gutiérrez está listo para enfrentar un año más de crisis por incendios forestales.
«Hay condiciones similares a las de 2011, no ha llovido y eso hace que haya mucho material combustible, mucho matorral seco que puede encender con cualquier cosa», dijo.
Pero tiene experiencia y confía en sus compañeros. Además, ya perdió la cuenta del número de incendios que ha combatido.
«No tengo idea, de tanto incendio en el que hemos andado. Hemos estado en todo el estado de Coahuila, en Nuevo León, en Baja California».
-¿Le gusta el riesgo?
«Bastante riesgo, pero nos gusta y sabemos cómo hacerlo, además todo se puede hacer con cuidado».







