Hoy, como todas las noches,
mis ojos despiertan
y mis ojos
están atentos a tu imagen.
Despierto para escuchar el susurro de mi sábana,
hoja otoñal que frota con suavidad mis pechos,
mi cintura, mis muslos;
me cuenta sobre tu llegada a este cuerpo.
Alguna vez te quise
Y tu también me querías.
Un zarpazo de recuerdos
Galopando a la memoria,
las miradas se cruzaron,
una cama floreciendo:
Mis ojos arañan tu espalda,
Mi lengua tatúa las miradas,
Sabanas ensangrentadas sudan nuestros olvidos.
Tu cuerpo sobre el mío,
Tus pestañas acariciando mis muslos.
Grita tu nombre un desconocido,
grita tu nombre el 30 % de mi cuerpo perdido.
Miradas esquiando por un cuerpo perfecto,
dos cuerpos desnudos, dos lunares lloran,
dos cuerpos se enjabonan los recuerdos.
Desde entonces, mis manos son tuyas bordeándote.
A veces pienso perdí mis manos en algún cuerpo extraño
 que confundí  con el tuyo.
Recuerdo tus besos,
 extraño tus pupilas
dibujando el movimiento de mi pelvis.
Debí haber memorizado los ríos de tu sangre
 buscando descansar en
mis océanos.
Nuestras miradas reposan.
Esta noche anhelo encontrarte
En el ultimo bocado de la cena, pero no llegas, no llegarás,
no has llegado.
¿Alguna vez nos pertenecimos o fueron juegos furtivos?
Quien tendrá la paciencia para juntar nuestros cuerpos
rotos,
Nuestra acariciada piel.
Necesito la mitad de mi lado izquierdo de mi cama,
Do samantes separados
con sed uno del otro.
Dos amantes, dos fotografías
esperan dos caricias que basten para que la oscuridad
Vuelva e ilumine.
Dora Alicia Martínez Morales