A veces pienso que quienes mandan
colaboraciones a los periódicos mandan cualquier cosa que
tienen por ahí y que pensaban mandar a la
papelera porque guardan sus mejores escritos para conseguir una beca del
gobierno o para mandarlos a concursos donde, tal vez, ganen un jugoso premio y
se hagan famosos. A lo mejor no es así y es tan solo una mala impresión que tengo de algunos que he leído. Yo no lo hago. Es que no es mucho lo que tengo escrito. De hecho
lo estoy haciendo ahora que he adquirido, por propia decisión, el
compromiso de colaborar con Acceso. Antes me daba más por juglarear: escribir cuartetos octosílabos rimados. Ahora ya no me queda mucho tiempo para ese hobby. Veremos que es lo que la divina
providencia nos depara.
colaboraciones a los periódicos mandan cualquier cosa que
tienen por ahí y que pensaban mandar a la
papelera porque guardan sus mejores escritos para conseguir una beca del
gobierno o para mandarlos a concursos donde, tal vez, ganen un jugoso premio y
se hagan famosos. A lo mejor no es así y es tan solo una mala impresión que tengo de algunos que he leído. Yo no lo hago. Es que no es mucho lo que tengo escrito. De hecho
lo estoy haciendo ahora que he adquirido, por propia decisión, el
compromiso de colaborar con Acceso. Antes me daba más por juglarear: escribir cuartetos octosílabos rimados. Ahora ya no me queda mucho tiempo para ese hobby. Veremos que es lo que la divina
providencia nos depara.
Por lo pronto he empezado con
mandarles algunos relatos que he escrito así, de bote pronto, porque pues, una también tiene palabra aunque sea mujer y ya me había comprometido con quién me invitó a colaborar en un naciente
proyecto periodístico y a quién se me hizo fácil decirle que sí, que con mucho gusto lo haría. No me arrepiento. Al contrario. Aunque me causa
un poco de ansiedad por la falta de disciplina para escribir por entregas,
también ha resultado ser una nueva
experiencia a la que me enfrento. Eso sí, con enjundia, entereza, entrega y muchas, muchas ganas de poder
ofrecerles un poco de lo que puedo hacer. Espero que haya alguien a quien le
guste lo que escribo y que logre un poco evadirse de su atareada vida. Yo les
cuento historias, ustedes sabrán si les gustan o no. A mí siempre me encantó escuchar las que contaba mi
abuela, que en gloria esté. Espero…
mandarles algunos relatos que he escrito así, de bote pronto, porque pues, una también tiene palabra aunque sea mujer y ya me había comprometido con quién me invitó a colaborar en un naciente
proyecto periodístico y a quién se me hizo fácil decirle que sí, que con mucho gusto lo haría. No me arrepiento. Al contrario. Aunque me causa
un poco de ansiedad por la falta de disciplina para escribir por entregas,
también ha resultado ser una nueva
experiencia a la que me enfrento. Eso sí, con enjundia, entereza, entrega y muchas, muchas ganas de poder
ofrecerles un poco de lo que puedo hacer. Espero que haya alguien a quien le
guste lo que escribo y que logre un poco evadirse de su atareada vida. Yo les
cuento historias, ustedes sabrán si les gustan o no. A mí siempre me encantó escuchar las que contaba mi
abuela, que en gloria esté. Espero…
Satisfecha la tentación de aclararles porqué estoy aquí y porque les envié las anteriores entregas, procedo a redactar algún relato cortito en lo que me sobra de espacio. Va.
Las brujas
se esconden en la arboleda
se esconden en la arboleda
Esa tarde mi madre decidió que debíamos ir a la labor donde cultivaba hortalizas mi padre. Preparamos,
entre las dos, unas gorditas de harina rellenas de frijoles y huevo con chorizo
y cuatro litros de agua de limón que metió en dos frascos grandes con tapa,
que guardaba en la alacena. Luego sacó un morral de ixtle amarillento y con manchas de humedad viejas.
entre las dos, unas gorditas de harina rellenas de frijoles y huevo con chorizo
y cuatro litros de agua de limón que metió en dos frascos grandes con tapa,
que guardaba en la alacena. Luego sacó un morral de ixtle amarillento y con manchas de humedad viejas.
—Ve por tus hermanos, no
te tardes porque si no, no llegamos. Ya es tarde— Me dijo.
te tardes porque si no, no llegamos. Ya es tarde— Me dijo.
Salí de la cocina rápidamente a juntar a mis
cinco hermanos menores que jugaban en el patio de tierra barrido y regado.
Estaba bien apisonado y casi no se revolcaban. Yo tendría unos once años y era la mayor de seis
hermanos.
cinco hermanos menores que jugaban en el patio de tierra barrido y regado.
Estaba bien apisonado y casi no se revolcaban. Yo tendría unos once años y era la mayor de seis
hermanos.
—Órale, que dice mamá que vamos pa’l rancho, que ya se
vengan porque si no se nos hace tarde— Les dije. Y el
chiquillerío corrió a la cocina donde estaba
mi madre en una carrera desbocada y empujándose unos a otros dejándome sólo al bebé de un año que aún no caminaba. Lo cargué y me dirigí a donde estaban los demás, que ya salían junto con mamá.
vengan porque si no se nos hace tarde— Les dije. Y el
chiquillerío corrió a la cocina donde estaba
mi madre en una carrera desbocada y empujándose unos a otros dejándome sólo al bebé de un año que aún no caminaba. Lo cargué y me dirigí a donde estaban los demás, que ya salían junto con mamá.
Yo temía esas ocurrencias de mi
madre porque la hortaliza estaba como a 8 kilómetros de la casa y como era la mayor, seguro me cargaba con el
morral del lonche o con el bebé. Yo sentía que moriría de cansancio pero no
podía negarme porque si decía que no, me daba
coscorrones o me pegaba con un carrizo o lo que hallara y de todas maneras tenía que ir. Hubiera
preferido quedarme a leer los libros que mi padre guardaba en su cuarto en un
pequeño librero rústico de triplay de pino
del que nunca supe el origen. Pero no. Mamá no desistiría del viaje al rancho.
Nada más porque sí, porque se le puso y ya.
madre porque la hortaliza estaba como a 8 kilómetros de la casa y como era la mayor, seguro me cargaba con el
morral del lonche o con el bebé. Yo sentía que moriría de cansancio pero no
podía negarme porque si decía que no, me daba
coscorrones o me pegaba con un carrizo o lo que hallara y de todas maneras tenía que ir. Hubiera
preferido quedarme a leer los libros que mi padre guardaba en su cuarto en un
pequeño librero rústico de triplay de pino
del que nunca supe el origen. Pero no. Mamá no desistiría del viaje al rancho.
Nada más porque sí, porque se le puso y ya.
En el camino hay una enorme nogalera propiedad de los ricos del
pueblo; aún no estaba cercada y la
atravesábamos para acortar el
trayecto.
pueblo; aún no estaba cercada y la
atravesábamos para acortar el
trayecto.
Ese día caminábamos casi sin hablar
porque estábamos cansados cuando de
pronto mamá se paró de sopetón.
porque estábamos cansados cuando de
pronto mamá se paró de sopetón.
—¡Ave María purísima! —Dijo mientras se
persignaba con rapidez
persignaba con rapidez
—¡Pronto! ¡Un cordón! Todos nos quedamos parados
viéndola con los ojos muy
abiertos del susto. No sabíamos a qué le tenía tanto miedo. No había cordones en lo que llevábamos pero mamá sacó la servilleta donde iban
envueltas las gorditas y empezó a rezar y a amarrar
nudos en la servilleta. Entonces la vi. Entre las ramas de un nogal estaba una
lechuza blanca, hermosa, que movía la cabeza a un lado y
otro.
viéndola con los ojos muy
abiertos del susto. No sabíamos a qué le tenía tanto miedo. No había cordones en lo que llevábamos pero mamá sacó la servilleta donde iban
envueltas las gorditas y empezó a rezar y a amarrar
nudos en la servilleta. Entonces la vi. Entre las ramas de un nogal estaba una
lechuza blanca, hermosa, que movía la cabeza a un lado y
otro.
Mamá siempre fue
supersticiosa y creía que si se rezaban bien
las doce verdades del mundo y se amarraba un nudo después de decir cada una, la
bruja en forma de lechuza caería al suelo y no podría hechizarnos. La lechuza
voló y se fue mientras mamá entrecerraba los ojos
rezando con fe. Dijo que se le fue porque no usó un cordón.
supersticiosa y creía que si se rezaban bien
las doce verdades del mundo y se amarraba un nudo después de decir cada una, la
bruja en forma de lechuza caería al suelo y no podría hechizarnos. La lechuza
voló y se fue mientras mamá entrecerraba los ojos
rezando con fe. Dijo que se le fue porque no usó un cordón.
GUEPAIT

              




