En México, la confianza en la democracia se encuentra en el nivel más bajo de la historia: sólo 56% de los mexicanos está a favor de esa forma de gobierno según el Latinobarómetro en su edición 2017 presentada de manera reciente. De hecho, no hay una nación en toda América Latina en donde se apoye menos a la democracia que en México. La noticia es por demás preocupante. Sin embargo, es explicable en un escenario de destrucción sistemática de las instituciones del país de manos del PRI gobierno. Los priistas -con muy honrosas excepciones- se han convertido en una especie de Rey Midas a la inversa que, en vez de convertir en oro lo que tocan, lo dejan inservible. No exagero, baste ver lo que han hecho de la PGR, de la Fepade y, por supuesto, de las autoridades electorales para darse cuenta de la manera en que opera el PRI corrompiendo las instituciones y dañando la democracia. Los coahuilenses, por ejemplo, venimos de la elección más sucia de la historia reciente del país. Hay cientos de evidencias que deberían haber conducido a la anulación de los comicios desde hace mucho tiempo. Y sin embargo, todavía no tenemos una definición por la sencilla razón de que el PRI interviene de múltiples maneras e impide que las instituciones actúen con la debida autonomía. No hay nivel de gobierno que se salve: a nivel federal, estatal y municipal las instituciones están siendo destruidas de manos de priistas. Ahí está el SIMAS Torreón como otra muestra de lo que son capaces de hacer con tal de beneficiarse indebidamente. El problema es que son las instituciones las que dan vida a la democracia. Cuando las instituciones funcionan de manera eficiente los ciudadanos están satisfechos y colocan su fe en la democracia; pero, está visto que dejar la democracia en manos del PRI, equivale a dejar la Iglesia en manos de Lutero. Impedir que sigan en el gobierno a través de la participación decidida de aquellos que sí amamos al país, es una tarea impostergable, ante la tentación mesiánica, populista y autoritaria que ya mandó al diablo a las instituciones una vez, y que amenaza con terminar de destruirlas. 

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