Las orcas o ballenas asesinas. Se trata de uno de los animales más inteligentes y fascinantes de la naturaleza. Su destreza a la hora de cazar y su maravillosa capacidad de comunicación y organización la convierten en un asesino capaz de derribar hasta a la presa más grande o temible, se sabe incluso de orcas que cazan y matan grandes tiburones blancos.
Foto: Wikimedia Commons
Este bello animal se encuentra en la cima de la cadena alimenticia y no posee enemigos naturales, hecho que la convierte en un superdepredador de los océanos. Sin embargo, no por esto están exentas de cometer errores, fue justo lo que le pasó a este espécimen en las costas de British Columbia en Canadá.
Fue en el verano que un grupo de orcas se encontraba persiguiendo su alimento en la costa de Hartley Baycuando uno de estos animales encalló en las afiladas rocas de la orilla.
Conforme la marea bajaba la situación empeoró, la orca quedó atorada y sin posibilidades de salir, el sol resecaba su delicada piel y ahora su vida corría peligro.
Fuente: Youtube
Por fortuna para el animal, un grupo de personas pudo percatarse de su situación luego de escuchar su llanto y acudió en su ayuda. Sabían que el animal era grande y sería imposible de mover, además las afiladas rocas dificultarían el proceso. Para evitar su deshidratación, la orca fue cubierta con sábanas que luego se mantuvieron siempre húmedas al vaciar continuamente agua de mar sobre ellas.
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A decir de George Fisher, uno de los rescatistas:
“Al principio estaba alterada, podías verlo por su respiración que se aceleraba. Pero después de un rato creo que sabía que íbamos a ayudarla”
Tras permanecer atrapada entre las rocas por más de 8 horas, la marea volvió a subir lo suficiente como para permitir que la orca se liberara y esta pudo nadar una vez más con su grupo hasta la seguridad del océano.
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De no haber sido por el equipo de rescate la historia hubiera tenido un final muy diferente.
“Todos cuidamos de esta orca y fuimos rápidos a la hora de darle otra oportunidad”, dijo a la CBC el investigador Hermann Meuter, quien también participó en el rescate.
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Por fortuna las personas que no dudan en actuar ante el sufrimiento ajeno, ya sea humano o animal, siguen siendo mayoría. Actos desinteresados como este nos llenan de esperanza en medio de una época en donde la contaminación, la sobre explotación de los recursos naturales y el maltrato animal están a la orden del día.
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Fuente: CBC, Newsner
